Hace algún tiempo leí Reyerta TV de Juanluís Ramos. Al otro día, hablé
con mis amigos de siempre bien rápido del libro. Les pregunté si se acordaban
de los viejos tiempos, el jangueo en casa del pana que tenía el Nintendo 64;
nos reímos de cuando Shane “the glamour boy” había traicionado a Chicky Starr y
volvimos a discutir si la lucha libre era real y si los enmascarados tenían
otra vida como villanos o cómo héroes. Sentí una complicidad infantil con
ellos, pero no duró mucho; los rostros de los panas habían
envejecido y ya era difícil recordarnos como niños jugando Nintendo. Algo
parecido me pasó leyendo Shadowplay. Excepto que esta vez (como dice Andrés Calamaro) “ya estaba
duro mucho antes” y el tiempo ha distorsionado mi nostalgia. Hablar con los
panas a veces resulta en una revisión de relatos que tienen otro
significado.
Shadowplay se
compone de siete cuentos:
“Crítico”, un
escritor tiene una bronca con un crítico literario;
“Jauría”, el
relato de un chamaco viendo unos perros pasar.
“Shadowplay”, un tipo que va a una
barra a buscar problemas;
“Su cabeza en mi pecho”, la
desesperación de alguien que espera a que su gato regrese;
“El gallipato”,
un individuo al que cogen de pendejo y se encuentra una muchacha igualita a él;
“Hola, qué
tal”, un tipo intenta resolver un asunto de mala comunicación con una muchacha;
y
“Nosotros, los muchachos”, un chamaco relata una posible bronca entre panas en
la escuela.
Soy escueto con la trama
de los cuentos porque no quiero chotearles el libro. Puedo decirles que la
narración y la aparente interconexión entre cuentos me recordó mucho a las
novelas y cuentos de Pedro Cabiya: divertido, ingenioso, sneaky, aunque
con un tono “gris”, algo sombrío que pernocta sobre los protagonistas. Como el
título, te obliga a jugar con lo que está sucediendo. Es un ejercicio divertido
pero profundo. Un juego de sombras. Es necesario
cuestionar todo el tiempo lo que está pasando. Resulta difícil estar seguro de
todo lo que se cuenta. Hay que preguntarse al igual que los narradores de los
cuentos si los sucesos son elucubraciones fantasiosas si es realidad (¿o
real?) lo que cuenta. Se asoma una sospecha del lector casi toda la lectura. El
lector y el narrador se preguntan: ‘¿esto está pasando de verdad?’, ‘¿no seré
yo que estoy entendiéndolo mal la cosa?’ Los relatos no solo le pertenecen a la
voz narrativa, están intervenidos por otros personajes y no hay exactitud de los
hechos. A veces todos entienden que sucede, excepto la voz narrativa.
En Shadowplay las sombras
pueden terminar ocupando el lugar de la luz hasta que solo queda la imaginación
de eso que ahora ocupa el espacio. Pero ¿qué sucede si el otro también
juega a las sombras contigo? ¿En qué confiar? ¿En quién confiar? Es una lectura
que invita a la introspección y la relación con el otro y con lo
exterior. Quizás el tono “gris” que aparece a veces en los cuentos se aclare un
poco con la complicidad entre narrador y lector, aunque todos desconfiemos un
poco. Invito a leer este libro (así como Reyerta TV) en cualquier lugar,
solx o con los panas.
Juanluís Ramos nació en Bayamón, Puerto Rico en el 1985. Su primer libro, Reyerta TV Libros AC, 2009, recibió el Premio Nacional de Cuentos otorgado por el Pen Club de Puerto Rico el mismo año de su publicación.En el 2017 ganó el premio Nuevas Voces. Shadowplay (2016)es su segunda publicación.
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